30.3.12

El gran cambio

Queridos lectores (los diez), preparáos para el gran cambio, poneos nerviosos. Como diría mi amiga Yera, "no estáis nerviosos porque no sabéis cómo es". La verdad es que yo tampoco lo sé, pero estoy muy nerviosa. Ayer me compre una Canon Rebel T2i (en Europa Canon EOS 550D), ¡y me va a llegar a casa hoy!

Soy peor que principiante en cámaras reflex, nivel menos uno. Mi padre regalo el año pasado su Canon reflex que se compro en 1980, pero después de revelar un par de rollos con muy malos resultados, la metí en un cajón y me olvidé de ella. Aun así, siempre he sido muy aficionada a la fotografía. Además de usar cámaras digitales compactas y un poco de Photoshop para mejorar las fotos, también hago fotos con cámaras analógicas de plástico. Ahora estarás pensando que soy una moderna de esas que se compran una Lomo y se creen muy guays. Piensa lo que quieras. A lo que iba, que con reflex digitales voy a ser principiante, pero pienso aprender rápido. Tampoco puede ser tan difícil. Con lo que cuestan esos bichos, seguro que la cámara sabe hacer todo ella sola (eso espero). Así que a partir de ahora podéis esperar encontraos fotos mucho mejores y probablemente sin Photoshop. 

Sin embargo, la receta de hoy la hice el martes y las fotos están hechas con la cámara de Scott y después photoshopeadas por mi (aquí es cuando decidí comprarme una reflex). Hice magret de pato. ¿Por qué? Pues porque el lunes, después de aterrizar en Washington, fuimos directamente al supermercado y vi unas pechugas de pato que me miraban y me decían: "Cómprame, cómprame!". Y las compre. Así de chula soy yo. Así que ahora tenia dos pechugas de pato y ninguna receta para cocinarlas. ¿Y quién me da recetas ricas siempre que las necesito? Pues Bon Appétit. Ya, ya lo se, siempre Bon Appétit. Lo siento. Prometo que esto también va a cambiar. Pero el caso es que encontré una receta, compré los ingredientes, cociné, hice unas fotos horribles, nos lo comimos todo, edité las fotos y me dije que necesitaba una cámara mejor, me compre una cámara mejor y ahora estoy escribiendo sobre ello.

Cambié la receta un poco. Hice más salsa porque tenía tan buena pinta que tuve que hacer más. La receta original lleva miel de azahar. Yo no soy de esa clase de personas que tienen miel de cada tipo de flor, pero sí soy de esa clase de personas que tienen mucha agua de azahar. Así que mezcle miel con agua de azahar e hice mi propia versión de miel de azahar. Si no tienes agua de azahar no te preocupes, usa cualquier miel (o incluso azúcar) y seguro que te sale bueno.

También soy de la clase personas a las que no les gusta comerse  una pechuga de pato sin  guarnición, por lo que tenia que pensar en algo que fuera bien con el pato. ¡Patatas! Tenia unas patatas nuevas pequeñitas, rojas y amarillas. Las corte por la mitad, las aliñé en un bol con aceite de oliva, sal, pimienta y unas hojas de menta seca y las asé en el horno durante 20 minutos. ¡Buenísimo! Pero como dos guarniciones son mejor que una, también hice una ensalada de lechuga aliñada con aceite de oliva y vinagre de Jerez (me he dado cuenta de que si una ensalada no lleva tomate, no hace falta ponerle sal).



Magret de Pato con Salsa de Cerezas y Oporto
Para dos personas. Adaptado de Bon Appétit.


2 pechugas de pato
2 cucharadas de mantequilla
1 chalota picadita
1 taza/ 140ml de caldo de pollo
20 cerezas partidas por la mitad, sin hueso (frescas o descongeladas)
4 cucharadas de Oporto
1 cucharada de miel
1 cucharadita de agua de azahar (Opcional. Mezclada con la miel)

Golpear las pechugas hasta que midan 1,5 cm de alto. Con un cuchillo, marcar la piel transversalmente en dos direcciones formando rombos, pero sin cortar la carne. Salpimentar.

En una sartén grande calentar una cucharada de mantequilla. Freír los magrets, con la piel hacia abajo, unos 5 minutos. Dar la vuelta, bajar el fuego y seguir friendo durante unos 5 minutos más o un poco más si te gusta más hecho. Sacarlos en un plato o fuente y cubrirlos con papel de aluminio.

Tirar toda la grasa que haya quedado en la sartén menos una cucharada. A fuego medio, poner la chalota y remover durante un minuto, hasta que este blandita y transparente. Añadir el Oporto, las cerezas, el caldo y la miel. Poner a fuego fuerte y llevara ebullición. Seguir removiendo durante unos 5-7 minutos, hasta que reduzca. Finalmente, añadir una cucharada de mantequilla para espesar. Salpimentar.

Una vez reducida la salsa, cortar las pechugas en lonchas. Poner cada pechuga en un plato y verter la salsa por encima. Acompañar de patatas, ensalada o la guarnición que más te guste.

27.3.12

Los cerezos en flor

Acabamos de volver a Washington después de una semana en España y Portugal. Cada vez que vuelvo a casa parece que el tiempo pasa mas deprisa. Todo el tiempo que hemos estado en Madrid lo hemos pasado viendo a mi familia y amigos, y sin embargo no ha sido suficiente para pasar todo el tiempo que hubiera querido con mi gente.

Sin embargo, aquí parece que hayan pasado muchísimas cosas desde que nos fuimos. Nos perdimos la fiesta de San Patricio y ver a Obama en un bar irlandés (como cuenta mi amiga Lumay en su blog Fork+Canvas ). Pero lo peor de todo, es que nos hemos perdido los Cerezos en Flor.

Washington DC tiene muchas cosas que ver: museos, monumentos, parques, restaurantes.. muchas cosas que al final nunca veo porque vivo aquí y puedo ir cuando quiera. Sin embargo, hay una cosa que no puedes ver siempre incluso si vives aquí, el Festival de los Cerezos en Flor. Miles de cerezos, regalados por Japón hace 100 años, florecen cada primavera en la capital y miles de turistas vienen a verlo. Debe de ser todo un espectáculo. Los cerezos suelen empezar a florecer en Abril y duran un par de semanas. Yo llevaba esperando este acontecimiento desde que me mudé aquí hace meses. Meses de espera  tirados a la basura porque este año los arbolitos han decidido florecer el 20 de Marzo (cuando estaba en España), y un par de días después va y llueve, y adiós a las flores. Gracias arbolitos. Gracias Calentamiento Global. Muchas gracias, de verdad.

Aun así, ayer me fui a Potomac Park, a ver si quedaba algo. La mayoría de los árboles estaban vacíos y el suelo estaba cubierto de pétalos. Hice esta foto. Las flores son de un árbol diferente, no de un cerezo. Había varios árboles de estos, llenos de flores, y gente que, como yo, les hacía fotos como premio de consolación por llegar tarde a los cerezos.





Bueno, ya vale de lloriquear. Os voy a contar la receta del pollo asado que hice antes de ir a Madrid, el que nos comimos con las coles de Bruselas


Siempre me han dado mucho asco los pollos enteros crudos. Me acuerdo de cuando mi madre los vaciaba y quemaba las plumas en el fuego de la cocina. El olor me resultaba muy desagradable. Por suerte, aquí en América el pollo viene vacío, limpio y sin plumas. ¡Bien! De verdad que no me apetecía tener que sacarle los intestinos a mi primer pollo asado. Buscando una receta me leí unas quince y decidí mezclarlas todas en mi cabeza y hacer mi propia creación.






















Pollo Asado

1 pollo
1 cebolla en cuartos
1 limón en cuartos
1/2 cucharadita de tomillo seco
1/2 cucharadita de salvia seca
3 cucharadas de mantequilla

Limpiar el pollo y salpimentarlo por encima y un poco por dentro. Esto se puede hacer hasta un día antes, dejando el pollo en una bolsa de zip en la nevera, y así coge mejor la sal. 

Precalentar el horno a 230°C/450°F. Partir el limón y la cebolla en cuartos y meterlos dentro del pollo. Untar el pollo por encima con mantequilla (para los puristas del aceite de oliva, también vale, pero podéis probar con la mantequilla y ya veréis que no os morís).  

Colocar la rejilla sobre la bandeja del horno y verter un vaso de agua en la bandeja. Meter el pollo sobre la rejilla y asar en la parte superior del horno durante 20 minutos. Bajar la temperatura a 180°C/350°F y dejar asar durante unos 40 minutos más (1 hora en total) o hasta que la temperatura en la parte gorda del contramuslo alcance 75°C/165°F. Dejar reposar unos 15 minutos antes de servir. Acompañar con la salsa que queda en la bandeja. 

A mi no me salió mucha salsa porque se evaporó. Sin embargo, todo el sabor se queda en lo poco que queda en la bandeja. Rasque bien y vertí la salsa en una sartén. Le añadí un poco de vino blanco y un poco de caldo de pollo y lo lleve a ebullición. Entonces, añadí una cucharada de mantequilla para espesar la salsa. Buenísima.





14.3.12

Esas pequeñas belgas



Las coles de Bruselas nunca han sido mis amigas. Por suerte o por desgracia, en mi casa nunca se han comido y en el colegio tampoco las ponían. Me acuerdo que una vez, de pequeña, fui a comer a casa de mi vecina y las probé por primera y última vez. Desde entonces nunca más quise acercarme a una col de esas. Qué asco me daban sólo de pensar en ellas. 



Sin embargo, hace unos meses, estuve en unos de los restaurantes en Washington de José Andrés (ése que hacía un programa de cocina en la 1). El restaurante, llamado Zaytinya, sirve principalmente un popurrí de comida griega, turca y libanesa en platos pequeños, a los que llaman “tapas”.  Éramos cuatro, y después de elegir una tapa cada uno, le dijimos al camarero que nos trajera también su tapa favorita. Imaginaos mi cara cuando me pone delante un platito con COLES DE BRUSELAS. ¡Casi me levanto y me voy! Pero luego me dije, si es su tapa favorita, será por algo. Así que las probamos y, para sorpresa de todos, ¡estaban buenísimas!

Meses después, fuimos los mismos cuatro otro restaurante de José Andrés, Jaleo. Jaleo también es de tapas, pero éstas sí que son españolas. Ya por tradición, pedimos coles de Bruselas, esta vez en ensalada. Ay madre, tengo que conseguir la receta de esa ensalada.  Las hojas estaban sueltas, como si fuera una lechuga. No sé si estaban crudas o les habían dado un hervor, porque estaban tiernas y jugosas. El aliño era dulce y contrarrestaba a la perfección el amargor de las coles. Creo que la ensalada llevaba también uvas y jamón ibérico. Desde entonces me declaro amante de las coles de Bruselas, y prometo darle un segunda oportunidad a esos platos a los que les cogí manía de pequeña (tampoco son muchos, que yo como de todo).



La receta de hoy también es de bon appétit  (sólo por casualidad), aunque la he adaptado. En vez de beicon le he puesto prosciutto (pero si estás en España ponle jamón). También le he puesto más caldo del que ponía en la receta, porque me parecía que no estaban suficientemente tiernas, y las he cocinado más rato.

Estaban fantásticas. Nos las hemos comido como guarnición de un pollo asado. El pollo lo pongo otro día. Besos.

Coles de Bruselas con Jamón y Pasas


1/2 kg de coles de Bruselas
50 g de jamón serrano cortado en taquitos
1 chalota o 1/2 cebolla, picada
1 puñado de pasas
½ vaso (150 ml) de caldo de pollo
1 cucharada sopera de mantequilla
1 chorro de aceite de oliva

Freír el jamón en una sartén con un poco de aceite. Sacarlo de la sartén y reservarlo en un plato con papel de cocina. Pelar y cortar las coles de Bruselas por la mitad, a lo largo. Añadir a la sartén y salpimentar. Hacer a fuego medio unos 5 minutos, hasta que empiecen a dorarse y a estar blandas. Añadir la chalota (o cebolla) picada, las pasas y la mantequilla. Hacer a fuego medio-bajo otros 3-5 minutos hasta que se ablande la chalota. Añadir el caldo y subir el fuego hasta que hierva. Bajar el fuego y dejar cocer a fuego lento hasta que se evapore el caldo, unos 10 minutos. Añadir el jamón y servir.




10.3.12

Suflés de chocolate con nata de azahar

Unos meses después de mudarme a EEUU, los padre de Scott nos regalaron una subscripción a la revista Bon Appetit. Cuando se acerca fin de mes, empiezo a mirar el buzón todos los días para ver si ha llegado ya el nuevo número de la revista. Cuando llega, me tiro una semana entera leyendo la revista todos los días, seleccionando las recetas que quiero probar mientras se me hace la boca agua con las fotos. Hemos probado muchas recetas de esta revista y y los resultados son siempre buenísimos, nunca nos ha decepcionado.

Para mi primer post, he elegido un postre que nunca había hecho. Un suflé. Lo he sacado del número de febrero de 2011 de la revista Bon Appetit. (Todas las recetas están en la web de Bon Appetit). He elegido esta receta por tres motivos. En primer lugar, la foto de la receta en la revista casi hace que me coma la página, no es broma. El segundo motivo es que la receta lleva agua de azahar. Así de primeras, esto no suena como una razón de peso para querer hacer un suflé, pero espera un segundo y déjame que te cuente una historia.

Como muchos sabéis, el agua de azahar es un ingrediente del Roscón de Reyes. Yo nunca lo he visto en ninguna otra receta. Hace un par de meses me apetecía hacer Roscón (mi madre lo hace buenísimo, en la Thermomix), pero no sabía donde comprar agua de azahar aquí en Washington. Le preguté a Google y me contestó que buscara un "mercado de oriente medio". Gracias Google, ni que viviera yo en un barrio rodeado de mercados de oriente medio. En fin, que recurrí al plan B: Amazon.com. Queridos amigos de España, aquí Amazon vende DE TODO. De hecho, creo que Amazon está a punto de pasar a Google en mi ranking personal de mejores inventos del mundo. Me metí en Amazon y encontré el agua de azahar (por supuesto). Amazon 1- Google 0. Cuando llegó el paquete, descubrí para mi sorpresa que me había comprado OCHO botellas de agua de azahar (sí, a veces me compro cosas y no tengo ni idea de lo que me estoy comprando). Metí las botellas al fondo del armario más alto de mi cocina enana y me olvidé de ellas, hasta hoy (por supuesto nunca llegué a hacer roscón).

El tercer motivo (sí, eran tres motivos) es que Rachel (la hermana de Scott) nos prestó hace unos días su KitchenAid mix master. Las KitchenAids no son muy populares en España. La mayoría de la gente no sabe ni lo que son (para los que no lo sepáis, es esto), y yo nunca había usado una. Para hacer los suflés, hay que montar nata y claras de huevo, y como no es algo que esté dispuesta a hacer a mano, este electrodoméstico me viene al pelo. Pero querido lector, si me lees desde la madre patria, no te sulfures. Hay más formas de montar nata, como con una batidora, o la Thermomix (o dejandote el brazo).

Bueno, pues he hecho los suflés, y este es el resultado:



Bueno, era el resultado. He hecho cuatro. La receta es para ocho pero he horneado cuatro y he guardado el resto de la masa en la nevera. Scott se ha comido tres. Dice, y yo estoy de acuerdo, que están impresionantes. Me alegro mucho de haber elegido esto para el primer post. ¡Está buenísimo!



Ahí va, la primera receta.



Suflés de Chocolate Semiamargo con Nata de Azahar
Sacado de Bon Appetit, para 8 personas.


Para la nata:

240 ml de nata líquida
1 y 1/2 cucharadas soperas de azucar (20 g).
1 cucharadita de rayadura de naranja
1 cucharadita de agua de azahar
Montar todos los ingredientes en un bol. Cubrir y enfriar.

Para los suflés: 

100 g de azúcar y 3 cucharadas soperas.
2 cucharadas soperas de harina (16 g)
160 ml de leche entera mas 2 cucharadas soperas
40 g de cacao en polvo de repostería
2 yemas de huevo
1 cucharadita de extracto de vainilla
4 claras de huevo
Un pellizco de crémor tártaro ( * ver pie de página)
85 g de chocolate semiamargo en trocitos pequeños o pepitas de chocolate.
Mantequilla y más azucar para untar los moldes.

Untar 8 moldes pequeños de barro (yo los he comprado en el supermercado, pero si tienes cuencos pequeños que se puedan meter en el horno, te vale) con mantequilla y azúcar.
Precalentar el horno a 190ºC.

Mezclar 100 g de azúcar, la harina y un pellizco de sal en un cazo. Añadir 3 cucharadas de leche y mezclar hasta que se forme una pasta espesa. Poco a poco, añadir el resto de la leche menos 2 cucharadas. Cocinar a fuego medio removiendo constantemente hasta que espese un poco (tarda un rato). Verter la mezcla en un bol grande. Añadir el cacao en polvo, las dos cucharadas de leche, dos yemas de huevo y el extracto de vainilla. Remover hasta que se forme una pasta espesa.
Montar las claras a punto de nieve. Antes de que estén montadas del todo, añadir 3 cucharadas de azúcar.
Añadir un cuarto de las claras a la masa e incorporar hasta que estén bien mezcladas. A continuación, añadir el chocolate y el resto de las claras y mezclar muy suavemente hasta que las claras estén incorporadas (no queremos que se bajen). Dividir la masa en los 8 moldes y hornear durante 12 minutos.

Poner 2 cucharadas de nata encima de cada suflé y servir mientras esté caliente. ¡A disfrutar!




* El crémor tártaro es muy fácil de encontrar aquí, pero en España no había oído hablar nunca de él (puede que tenga otro nombre). Yo tenía un bote en mi armario-despensa (no tengo ni idea por qué). Su función es evitar que las claras se bajen después de montarlas, pero esto no tiene por qué ocurrir, así que si no lo encuentras, puedes prescindir de él y ver qué pasa.

Hola Mundo

Hola. ¿Hay alguien ahí?
¡Qué emoción, mi primer post! Llevo varios días diseñando el blog y, por fin, esta listo.
¿Me presento? Vale, esta soy yo. Pero este blog no es sobre mi. Este blog es de COMIDA y de lo que se hace con la comida:  COCINAR y COMER.

Vamos a empezar, ¿te parece?

Como ya he escrito mi primer post en inglés, voy a empezar a hacer un suflé de chocolate. Pisando fuerte desde el principio, claro que sí. Esto es América y aquí todo se hace a lo grande.

Bienvenido a spoonglish Mundo!